jueves, 11 de junio de 2009

08-Jun-2009 Horizonte político, José A. Crespo, Masoquismo electoral

Mientras el abstencionismo refleja inconformidad, desmovilización y hastío, el voto nulo implica deseo de expresarse, de hacer visible la inconformidad, de presionar al sistema de partidos para que se abra y democratice. Con todo, un argumento muy persuasivo y recurrente de quienes promueven el voto partidista (es decir, por alguno de los partidos registrados, nos gusten o no) es que no será eficaz.
En primer lugar, dicen, porque la Cámara baja de cualquier manera se instalará con sus 500 diputados. ¡Pues qué mejor! Al menos en lo que a mí respecta, lejos estoy de pretender que no se instale dicha Legislatura, la cual espero sea lo suficientemente perceptiva para entender el descontento ciudadano y la actual crisis de representación política, y actúe en consecuencia con el fin de superarla. Pero también creo que, para que eso suceda, debe enviárseles un claro mensaje de inconformidad (que no se potencia con la abstención ni con el voto partidista).

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