Andrés Manuel López Obrador, Germán Martínez Cázares, Carlos Navarrete, Emilio Gamboa, Jesús Ortega, Santiago Creel, César Duarte, todos ellos líderes de las principales fuerzas electorales del país, criticaron a quienes desde la academia, los medios de comunicación y las calles proponen decir “no” a la clase política.
Arguyen que rechazar a sus candidatos atenta contra las instituciones democráticas y el sistema de representación que enarbolan los partidos. Deberían preguntarse si no se requiere de valor cívico para ir a las urnas a manifestar la insatisfacción.
Pero la conveniencia o efectividad de la anulación del voto no es el tema de este editorial. Es más bien preguntar a los políticos: ¿qué opciones encuentran cerradas los ciudadanos como para rechazar todas las opciones partidistas? ¿Por qué descalificar a quienes impulsan esa iniciativa en vez de intentar comprender las razones que la motivan? Algunas pistas:
Para poder competir por un cargo de elección popular en este país hay que pasar por demasiados filtros. Los legisladores cerraron la entrada a nuevas fuerzas políticas hasta 2012 y se aseguraron de no permitir las candidaturas independientes. Pareciera que la opción que queda es ser postulado por un partido ya existente sólo si se es líder de una clientela, familiar de algún influyente o poseedor de una fortuna. Las estructuras autoritarias partidistas aplastan las aspiraciones de participación del ciudadano común.
Frente esta realidad, los líderes de los partidos políticos tendrían que estar discutiendo alternativas para que la gente no tenga que recurrir al voto nulo, en vez de sólo desgarrarse las vestiduras.
Con todo respeto creo que este movimiento es ciudadano, y si un político o ex-político lo toma como bandera, sólo lo perjudica.
ResponderEliminarDigo esto porque ya es mucha gente quien cree que esta campaña del voto nulo proviene de las fuerzas políticas y no de los ciudadanos.