La propuesta del voto blanco empieza a aterrar a las partidocracias, sus candidatos inanes, espoteros descarados y hasta a las autoridades electorales. ¿Por qué tanto temor a una simple iniciativa ciudadana, a una propuesta cívica? Simplemente porque es válida. Se descalifica a los blancovotantes mediante una falacia: la propuesta es peligrosa para la democracia. Tanto los politólogos aficionados, y otros no tanto, como los políticos mafiosos, rechazan, sobre una base que resulta tramposa, descontextualizar.
El voto blanco no se está levantando en medio de la normalidad democrática, sino del abuso y el atraco a los ciudadanos. No es tan seguro que tengan razón quienes sostienen que la democratización en México cumplió la fase de transición y está en la de perfeccionamiento. Innumerables trabajos han mostrado que en México no hubo transición. Lo que sí hubo fue apertura gradual del sistema, desconcentración del poder del PRI, trasvase de votos y prácticas del priismo a otros partidos, y transformación significativa -positiva en la primera fase- de los mecanismos electorales. Luego, la democratización se detuvo, básicamente por la irresponsabilidad de Vicente Fox, por el poder de las partidocracias que se impusieron restaurando prácticas priistas, así como por la frivolidad y condescendencia de la intelectocracia.
Conviene considerar otra interpretación. La democratización en México se detuvo, se distorsionó, raptada por la clase política atracadora. Conclusión, no se puede perfeccionar lo que se deformó, lo que ya entró en estado de corrupción, una vez que su médula fue absorbida como por un chupacabras, en este caso, la escoria política chupavotos.
El temor exhibe desde ya la estulticia de la clase política. La señora María del Carmen Alanís, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación -por lo demás de muy discutible legitimidad y autoridad, ella, y a poco también el tribunal-, pidió a los ciudadanos no desperdiciar la oportunidad de sufragar, ya que “ésta es la única (sic) forma en que pueden participar directamente en la toma de decisiones públicas”. La señora consagra el autoritarismo, no hay otra oportunidad para los ciudadanos, no hay más medios institucionales para que influyan en la vida de las instituciones, nada tienen que hacer en la vida pública que no sea votar el día de las elecciones. Con incivilidad foxista espeta a los ciudadanos, votan y se van.
El señor Jesús Ortega denuncia en tono sibilino y tremendista: “se trata de llamados ‘demagógicos y peligrosos’, ya que si se insiste en que la ciudadanía se aleje de los asuntos públicos y anule su voto, se contribuye a sustituir sistemas democráticos por sistemas autoritarios”. Confuso, el señor Ortega tergiversa, los blancovotantes sólo reivindican un derecho, descalificar a los políticos. Él debería polemizar con la señora Alanís, quien sí propone alejar a los votantes de los asuntos públicos, reduciéndolo a electores sin más recursos, y no soslayar que, si en algún lugar se ha atentado contra la democracia a favor del autoritarismo, ha sido en su partido, y si alguien personifica el autoritarismo es López Obrador (El Universal, l5/V/9, p.p.)
En el PRD el dedazo decide arbitrariamente. Encumbra a una deportista, sin asomo de experiencia en otra tarea, como candidata; solapa a una escritora cuya megalomanía y frivolidad le permite imponerse como candidata. La señora Guadalupe Loaeza, de trayectoria marcada por el plagio, quien declara en una entrevista televisiva que le tiene sin cuidado lo que ocurra en el PRD, ella hace campaña para ganar. Es decir, puede estar parada en un cochinero y, ni las malas prácticas, ni el hedor, le afectan, ella va por su diputación y punto. ¿Quién aleja a los ciudadanos de las urnas señor Ortega?
Yo no sé cómo voy a votar, lo que en nada importa, es un voto más y nada tiene de ejemplar. Lo que sí sé es que el voto blanco es una buena iniciativa. Puede expresar un hasta aquí y un hartazgo. Merece ser discutida con respeto y rigor, no asfixiada con sandeces. Y se puede mejorar, Jaime Sánchez Susarrey propone votar, añadiendo a la boleta, “¡Basta/10″! Sus diez propuestas merecen mucha atención, (ver Reforma, 6/V/09, p. 11).
e-mail: manuelvillaahotmail.com
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